Y llegó el día, cuando lo vio llegar a aquel lugar, él venia con una tremenda sonrisa dibujada en el rostro, se sentía feliz de verla, su aspecto varonil y rudo la dejaron perpleja, mas todo aquello fue irrumpido por un cálido y ansioso abrazo....¡¡cuanto había esperado aquella cita!! Aquel abrazo restaurador y bello que tanto había necesitado ahora era suyo.
La piel de ella se erizó cuando lo escuchó a él hablando muy bajito a su oído y en su voz denotaba un nerviosismo mezclado con alegría... él se puso de pie y mientras hacia fila en la barra, ésta mujer lo miró detenidamente, los años habían pasado sin duda, pero él aun conservaba la mirada misteriosa, la expresión seria y esas manos grandes y perfectas que algún día la habían cautivado.
Mientras hablaban, él la miraba fijamente a los ojos, como queriendo expresar de golpe todo lo que sentía, no advirtió nunca cuanto le temblaban a ella las piernas por los nervios de aquella cita. Ella simplemente sonreía porque no sabia como expresar la alegría de estar frente a su gran amigo, él era su ilusión apagada, su amor guardado, su mas caro secreto, y ahora estaba ahí, con ella.
Intercambiaron sonrisas acompañadas de un rico café que, no tenia dulzura comparado con las miradas coquetas de ellos.
Un Café, el pretexto perfecto para aquel encuentro.